El sueño americano convertido en pesadilla vuelve a ser expuesto por un director de cine.
Magnolia es un filme coral que comienza a ritmo de video con ingredientes alegóricos tal vez demasiado herméticos o demasiado libres para sugerirnos que la norma de la vida es el azar. Pero luego pasa revista por un mosaico de intensas historias enhebradas por la televisión como empresa y como espectáculo que resultan claras como el agua.
Magnolia es un filme coral que comienza a ritmo de video con ingredientes alegóricos tal vez demasiado herméticos o demasiado libres para sugerirnos que la norma de la vida es el azar. Pero luego pasa revista por un mosaico de intensas historias enhebradas por la televisión como empresa y como espectáculo que resultan claras como el agua.
Paul Thomas Anderson muestra a un productor de televisión en el umbral de la muerte (J. Robards), su esposa llena de culpas (J. Moore), su hijo perdido y misógino también de la farándula (T. Cruise), su enfermero (P. Seymour Hoffmann), el conductor de un programa sobre preguntas y respuestas (P. Baker Hall), su conflictuada hija (Melinda Dillon), un policía que se enamora de ella (J. C. Reilly), un niño prodigio (J. Blackman), su padre egoísta (M. Bowen), un ex niño prodigio (W. Macy).
La soledad, la perversión, la culpa, el engaño, la falta de amor, el amor no correspondido, la muerte. Todo puede ocurrir en la ciudad desnuda, se decía en aquella vieja serie de televisión en blanco y negro. En Magnolia la ciudad desnuda es el Valle de San Fernando. La razón no controla las vueltas de la vida y hay que vivir hoy porque el mañana es incierto de toda incertidumbre. Esta es la propuesta del guión.
Uno de los aciertos del filme es que en estas historias de vida no hay moralejas definitivas, ni héroes premiados en demasía, ni villanos demasiado maltratados. Aunque el filme tiene momentos muy emotivos Paul Thomas Anderson no abusa de los primeros planos para lograr la emoción fácil (con el enfermero Phil trabaja en el límite) ni de escenas efectistas más allá de la cuenta.
Magnolia destila cierto aroma de redención hacia los personajes y sus circunstancias, por eso podría ubicarse entre Felicidad, de Todd Solondz, una crítica ácida y corrosiva al american way of living y American beauty, de Sam Mendes, una justificación de lo mismo.
La soledad, la perversión, la culpa, el engaño, la falta de amor, el amor no correspondido, la muerte. Todo puede ocurrir en la ciudad desnuda, se decía en aquella vieja serie de televisión en blanco y negro. En Magnolia la ciudad desnuda es el Valle de San Fernando. La razón no controla las vueltas de la vida y hay que vivir hoy porque el mañana es incierto de toda incertidumbre. Esta es la propuesta del guión.
Uno de los aciertos del filme es que en estas historias de vida no hay moralejas definitivas, ni héroes premiados en demasía, ni villanos demasiado maltratados. Aunque el filme tiene momentos muy emotivos Paul Thomas Anderson no abusa de los primeros planos para lograr la emoción fácil (con el enfermero Phil trabaja en el límite) ni de escenas efectistas más allá de la cuenta.
Magnolia destila cierto aroma de redención hacia los personajes y sus circunstancias, por eso podría ubicarse entre Felicidad, de Todd Solondz, una crítica ácida y corrosiva al american way of living y American beauty, de Sam Mendes, una justificación de lo mismo.
2 comentarios:
Nice! Where you get this guestbook? I want the same script.. Awesome content. thankyou.
»
thnks, what do u mean with guestbook?
Publicar un comentario